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Agustín Calvo Galán y sus Afinidades Electivas Poema visual de Agustín Calvo Galán
1 - ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
Mi
poesía es duda, duda de mí mismo y de todo lo que hago, duda del
mundo, duda del lenguaje y de lo evidente; también es una forma de
podar mi yo y de ser otro, de ser otros. La espontaneidad es algo que
uno desea. Pero, picar piedra es lo que nos toca, picar y tallar
palabras y expresiones. A pico y pala trabajo también con las
temáticas para huir de lo tantas veces dicho bajo el sol abrasador
peninsular. El estilo es sudar la camiseta, nada más.
2
- Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan
siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe
habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu
caso?
A
mí me gustaría que lo que escribo fuera cada vez algo nuevo; lo
intento, al menos. Pero, siempre hay una fuerza que me arrastra hacia
mis obsesiones fundadoras, hacia mis simpatías y mis antipatías,
hacia mis intereses habituales, hacia las palabras que amo frente a
las que detesto. Siempre la elaboración, el trabajo, el amasijo al
que uno se adhiere y sobre el que escribe: sigo estando en esa lucha
entre lo viejo y lo nuevo de mí mismo.
3
- ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como
terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
No
creo que mi poesía sirva a nadie como terapia, ni siquiera para mí
mismo, puesto que ahondo en mis contradicciones y en mis obsesiones
de la forma más insana posible: desde la doblez que me hiere y me
castiga, desde el enseñamiento sobre mis debilidades y desde la
promesa feliz de la intensidad vital: la autodestrucción y el
desafío a la normalidad establecida como bien social. Pero eso me
atrevería a decir que si alguien padece de alguna enfermedad física
o mental, por favor que no lea mis poemas.
4
- ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía
de la totalidad?
La
totalidad es una palabra que me perturba. Veo un oxímoron muy
interesante al unir poesía con totalidad: un abismo, tal vez hasta
un holocausto, con permiso de Adorno. Pero como no sé exactamente
qué es la totalidad y tampoco sé qué es la poesía, mi respuesta
solo puede ser que no sé qué debe hacer el poeta. No sé tampoco
qué debo hacer yo mismo, no lo sé y, tal vez, sea mejor no saber
qué debo hacer. Yo, en cualquier caso, prefiero escribir con letra
pequeña, con renglones feos y torcidos, hacia la deformidad o la
imperfección, hacia el fracaso definitivo.
5
- Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de
cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso
así, seguir teniendo calidad?
Hace
poco estuve en un recital colectivo en el que yo leí poemas de mi
próximo libro que van (ahí entramos en temática) en parte sobre la
arquitectura de Alvar Aalto (y la visita que el finlandés hizo a
España en 1951) y que, por supuesto, no contienen rimas ni formas
clásicas, sino que los versos se me desparraman por las páginas, en
un intento seguramente fallido por construirse. El público presente
se mantuvo frío y apenas me aplaudieron para dar por finalizada mi
lectura. Por el contrario, los otros poetas presentes leyeron poemas
llenos de obviedades y ripios y fueron aplaudidos a rabiar.
6
- ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo,
corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el
lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
El
lector es el amo de su lectura. Yo deseo absolutamente ser sencillo
en la complejidad. El poeta debe interpretar, debe interpretarse.
Interpretar es la única manera de escribir. El poeta es un actor, me
gusta reflexionar sobre eso. Actor, músico y poeta son variantes de
una misma moneda.
7
- ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la
ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
Solo
el futuro dirá qué queda de nuestro tiempo y le pondrá nombre o
fecha a todo esto. Por otro lado, hoy se prima la juventud como
generación generadora de casi todo lo aparentemente positivo. Las
generaciones jóvenes se suceden y cada día se llega más abajo,
hasta el preadolescente (neologismo que ahora se usa para acortar la
infancia) y dentro de poco a los bebés les pondrán una etiqueta
generacional nada más salir de la incubadora, así ya sabrán cómo
pensar y actuar para el resto de sus días. Huxley fue un inmenso
visionario. El resto somos periferia, individuos, aburrimiento,
temáticas desfasadas, corrupción de las normas, invisibilidad
absoluto. No me importa estar ahí: en la desvinculación, en ser un
inmaduro nada interesante: nadie se fija en ti y puedes decir lo que
te venga en gana sin que te hagan caso, ni te acusen de blasfemia o
de atentado a la autoridad o de pervertir a la juventud.
8
- ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o
viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en
su creación?
Como
dice la canción: vivir no es preciso, navegar sí.
9
- Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán
pedagógico?
Sí,
a veces me pongo muy pedagógico, es la peor versión de mí mismo y
me avergüenza, pero es como una droga, no puedo evitarlo. Odio la
pedantería y, sin embargo, siempre caigo en ella.
10
- ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético
sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas,
cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores,
temporalización, cualquier otro complemento)?
La
mayor parte de los recitales poéticos son mortíferos y
desalentadores. Tan solo he visto a unos pocos grandes poetas
desarrollar un halo de genialidad que cautivaba al público con sus
palabras. Al resto, solo nos queda gesticular, hablar del Barça o de
la Eurovisión, y exagerar, impostar la voz, meter tripa o meter
muchos ripios para que el público no se duerma y aplauda.
11
– La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
Escribir
pensando en los demás es buscar gustar y yo nunca he buscado gustar
a nadie. Soy un desastre comercialmente hablando, por eso sufro tanto
por mis editores. Ellos son unos héroes contemporáneos: están al
borde de la indigencia y, sin embargo, milagrosamente siguen editando
libros de poesía y aguantando la indiferencia de los lectores y el
ego de los autores. No tengo palabras para agradecerles su confianza
en la palabra escrita.
12
– ¿Dejarás de escribir algún día?
Es
algo que me planteo a menudo: dejar de escribir. Imagino que será
algo parecido a morir: descansar al fin, desaparecer, olvidar.
Mientras tanto me sigo torturando y preguntándome ¿por qué
escribo?
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